El soporte fundamental de cualquier negocio es la logística, entendida ésta como el funcionamiento de la cadena de suministro, desde su origen hasta el consumidor final. No es la excepción en la era digital, si bien la transformación ha sido y seguirá siendo profunda y muy rápida.
En las empresas digitalizadas los procesos se han optimizado con el uso de tecnología en distintas áreas de producción, administración, gerencia, operaciones, marketing, ventas, compras, atención al cliente y otras.
La e-logística surge con el desarrollo de las compras por internet, con lo que las cadenas de suministro implican pasos diferentes y otra carretera, totalmente virtual.
Cuando hablamos de economía de bajo contacto o “Low Touch Economy” nos referimos a que todo debe estar contemplado online, en tiempo real y sobre certezas reales. Por lo tanto, uno de los puntos más importantes es la gestión automatizada de inventarios, flujos y ventas.
Por otro lado, el nuevo consumidor (o mejor dicho, el mismo consumidor con hábitos diferentes) espera un valor agregado, que fundamentalmente es el tiempo y calidad de la entrega del producto o la proveeduría del servicio. Ello aumenta expectativas hacia la empresa y la obliga a ser más competitiva a cada segundo.
Si la promesa de venta y/o entrega no se cumple, será muy difícil que el cliente se fidelice y vuelva a comprar, por lo que el delivery no se puede dejar en manos de cualquiera.
En un mundo globalizado y digitalizado, se suman las plataformas intermediarias que sirven de punto de encuentro para clientes y comerciantes. Ello se incorpora a la infraestructura logística que ahora tendrá que ver con la marca del producto, pues los clientes vuelcan ahí sus experiencias.
Hasta el más mínimo detalle puede convertir a un cliente en alguien descontento que además compartirá su experiencia en las redes: un retraso, un desperfecto en el producto, etc.
Son los retos de los nuevos tiempos