La pandemia hizo esencial y propició un crecimiento acelerado la entrega de mercancías a domicilio. Según algunas proyecciones, como la de Research and Markets, al menos algunos rubros como la entrega de comida a domicilio seguirá creciendo aún después de que dejemos atrás las restricciones que trajo consigo la COVID 19.
En todo el mundo este crecimiento ha llamado la atención de políticos y reguladores que, según se desprende de la lectura de sus iniciativas, en la gran mayoría de los casos quieren resolver problemas nuevos con soluciones del pasado, sin atender las necesidades, preocupaciones y expectativas de todos los involucrados en las apps. Especialmente, los repartidores.
En España, por ejemplo, la propuesta de la llamada Ley Rider obliga a que los repartidores no puedan ser servidores independientes: tendrán que ser empleados de las plataformas: con horario, ingreso fijo y exclusividad con una sola plataforma. De acuerdo con una encuesta publicada por Europapress entre los mensajeros de la plataforma Deliveroo, el 80% de los mensajeros dice no sentirse representado por esta propuesta y han mostrado su “enorme preocupación” por su futuro y el “grave impacto” que la laboralización forzosa podría tener en el colectivo y su entorno.
La encuesta señala que el 91% de los repartidores asegura que su principal preocupación es el “grave impacto” que esta norma tendrá sobre sus ingresos, seguido por el hecho de que las plataformas estarían operativas en menos ciudades o zonas (54%) y que habría más competencia por el trabajo (38%). Por otra parte, el 79% de los ‘riders’ encuestados considera que dejará a muchos de ellos sin trabajo, mientras que los llevará a tener peores condiciones (44%). En este sentido, solo un 5% indica que esa Ley es necesaria.
El mismo error vemos en la mayoría de las propuestas. Decía Abraham Maslow que, si solo tienes un martillo, tiendes a tratar todo como si fuera un clavo. Y así, la mayoría de los legisladores en el mundo tiene la tentación de forzar una fuente de ingresos propiciados por las nuevas tecnologías y la low touch economy, dentro del corsé de legislaciones que fueron creadas en otros tiempos, para otras necesidades.
Una necesidad de los repartidores, que suelen dejar fuera este tipo de propuestas para regular las apps de reparto a domicilio, es la flexibilidad que ejercen y a la que aspiran los repartidores. Saúl, vocero del movimiento “Ni un repartidor menos”, ha dicho en diversas entrevistas que buscan, ante todo, mantener esa flexibilidad.
No es para menos. La Organización Internacional del Trabajo, en su análisis de las aplicaciones de reparto ha sido muy clara: Las plataformas digitales definitivamente están abriendo nuevas posibilidades en los mercados laborales convencionales, particularmente para las mujeres, personas con discapacidad, jóvenes y quienes tradicionalmente están excluidos de las oportunidades de empleo.
En México entre quienes han anunciado o presentado iniciativas de este tipo están las secretarías de Movilidad y del Trabajo y Fomento al Empleo de la CDMX, la senadora Xóchitl Gálvez del Partido Acción Nacional y el diputado Isaías González del PRI.
Estos son algunos aspectos que tendrían que tomar en cuenta, entre otros, los legisladores y autoridades para abordar un tema complejo y nuevo, que difícilmente tiene soluciones en los moldes legales del pasado.
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