Claramente llegará una época en el futuro (no muy lejano), donde tendremos que convivir de forma diaria con muchos tipos de robots. Sin embargo, estos no reemplazarán completamente a los humanos, aunque los modelos Tokio están siendo de gran ayuda en las recepciones de hoteles y como meseros en algunos restaurantes.
Los robots Tokio fueron creados por Víctor Castellote y Javier Buitrago, dos trabajadores de la empresa Futura Vive y quienes, durante la feria de turismo Fitur, se encargaron de presentarle al mundo a sus robots asistentes que pueden ser adaptados a casi cualquier negocio en el planeta.
“Tokio es un robot recepcionista, preparado tanto para restaurantes como para hoteles. También sirve para residencias. La verdad es que se puede personalizar para casi cualquier negocio. En los restaurantes, por ejemplo, puede llevar la comida a las mesas e incluso registrar las comandas. En los hoteles, puede hacer el check-in y el check-out y, como tiene un sistema de reconocimiento facial, es capaz de recordar las caras para futuras visitas”, apunta orgulloso Víctor Castellote, programador de software de Futura Vive y uno de los creadores de Tokio.
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Uno de los atractivos principales de Tokio es su amigable diseño, puesto que muchas personas podrían sentirse amenazadas al ser atendidas por un ser mecánico sin algún rosto o bien, una figura que inspire desconfianza. Además, sus creadores insisten en que estos robots no quitarán empleos.
“El futuro, claramente, va hacia los robots, pero en ningún momento van a acabar con el factor humano. Lo que harán es quitarle carga de trabajo a las personas, de forma que el factor humano quede para las relaciones sociales. Es muy difícil llegar al nivel que se ve en algunas películas. No van a suponer un peligro para la humanidad, al menos no de momento. Dentro de muchos años, puede ser, pero de momento no”, señala Castellote ante la atenta y enigmática mirada de Tokio, que también hizo acto de presencia en Fitur.
“Puede ser que los robots intimiden a las personas o les den miedo, así que buscamos que tengan aspecto amable, infantil y un tanto ambiguo, en el sentido de que no tengan género”, apunta Víctor Castellote.