Los metaversos parecían un sueño de la ciencia ficción, pero en los últimos años poco a poco se han empezado a crear comunidades al rededor de los primeros prototipos. Y, con el anuncio de Meta el año pasado, asegurando que crearán un espacio virtual en el cual se podrá vivir y hasta trabajar, la carrera metaversal oficialmente ha comenzado. ¿Pero qué lugar ocupa Latinoamérica en esta nueva era virtual?
De acuerdo a algunos expertos en la materia, las empresas latinoamericanas deben comenzar a girar su atención hacia los metaversos, pues de alguna u otra forma serán la nueva manera de navegar por internet, donde convergerán las relaciones sociales y hasta los campos laborales.
“Si pensamos el metaverso como la próxima etapa de lo que vamos a encontrar en internet probablemente nos empecemos a encontrar con que nuestros sueños, nuestros anhelos, nuestro trabajo, nuestro aprendizaje, empieza a suceder con mucha mayor frecuencia en el metaverso”, explica a Efe Pablo Somer, director de MRM Chile.
Sin embargo, aunque por el momento los metaversos son un espacio de desigualdad y cuestionamiento ético no regulado, controlado por una sinarquía de corporaciones privadas, los expertos coinciden en que las empresas deben explotar el potencial de negocio que surgirá en estos mundos virtuales.
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“La consultora Garner pronostica que en 2026, el 25 % de (la población) va pasar una hora al día en el metaverso, y ahí se van a abrir muchos espacios. Vamos a ir incluso más lejos, nos vamos a encontrar con multiverso, que son muchos metatarsos distintos”, vaticina Somer.
El desafió para Latinoamérica es dar un brinco de fe y entrar a los distintos metaversos que se abrirán paso en los siguientes años. Sin embargo, a comparación de otras naciones, se tiene un bajo grado de desarrollo en esta materia.
“América Latina tiene un alto grado de uso de las redes sociales y metaverso, pero tiene un bajo grado de desarrollo en torno de esos elementos” si lo comparamos con Asia, la más avanzada, que “viene con un recorrido anterior muy potente (asido a) las superapliciones”, una experiencia que apenas ha llegado a esta zona, añadió Somer.