Las recientes sequías en gran parte del mundo, así como las olas de calor, están creando tensiones entre naciones, a tal grado de acusarse entre ellas de robarse a las nubes.
Sin embargo, el tema de la guerra por las nubes no es propio de este año, pues en 2018 Irán acusó a Israel de robarse sus nubes. Según ellos, el Gobierno israelí habría ocasionado que las nubes iraníes no produjeran lluvia.
Ahora, en 2022, países en el Medio Oriente están literalmente secándose, por lo que distintas naciones tienen una carrera para desarrollar productos químicos y técnicas para exprimir las nubes.
Parece que a las naciones ya no les preocupa la extracción de sus mantos acuíferos de parte de extranjeros, pues ahora el problema es el robo y alteración de las nubes, ya que son enormes fuentes de agua (a pesar de que el agua de estas nubes ya no es potable).
Por su lado, Emiratos Árabes Unidos lleva años desarrollando un programa de siembra de nubes, inyectando productos químicos para forzar la precipitación y que caiga este liquido vital en zonas áridas.
Datos actuales, según Magnet, revelan que hay 2.700 millones de personas que sufren escasez de agua durante al menos un mes al año.
Según el New York Times, 12 de los 19 países de la región del Golfo cuentan con menos de 254 milímetros de lluvia al año (una caída del 20% en las últimas tres décadas).
Así pues, la creación artificial de nubes significaría un conflicto entre naciones, pues esa agua de lluvia caerá únicamente en regiones especificas, mientras que los países vecinos continúan secándose.
“Si haces que llueva en un lugar, entonces reduce la lluvia río abajo. Es como robar a Peter para pagarle a Paul, hace ganadores y perdedores”.
explicaba el profesor de física aplicada de la Universidad de Harvard, David Keith
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