La crisis de natalidad en Japón ha empeorado en los últimos años, alcanzando su tasa más baja en la historia del país y sin señales de revertirse.
El gobierno japonés está preocupado por esta disminución constante de la población y el envejecimiento de la misma, lo que ha llevado a tomar diversas medidas para frenar esta caída.
Este declive demográfico está transformando radicalmente la sociedad y la vida diaria en Japón.
La educación también se ve afectada por esta situación, generando incertidumbre sobre el futuro de muchas instituciones. Un ejemplo de ello son las escuelas que se están quedando sin alumnos.
Ante esta situación, las ciudades están buscando nuevos usos para estas escuelas abandonadas, convirtiéndolas en piscinas municipales, fábricas de sake y otros fines.
Las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Salud muestran que la tasa de natalidad ha caído por debajo del mínimo registrado en 2005.
La tasa de fertilidad, que representa el promedio de hijos nacidos por mujer durante su vida, ha sido de 1,25, muy por debajo de la tasa necesaria de 2,07 para mantener una población estable.
Japón sin niños
Además, la cantidad de recién nacidos ha disminuido en un 5% solo el año pasado, quedando por debajo de las previsiones del gobierno para 2030.
Esta tendencia se ve agravada por diversos desafíos demográficos, como la reducción de matrimonios, la falta de perspectivas laborales para los jóvenes, la incompatibilidad entre el trabajo corporativo y la vida familiar, así como el aumento del costo de vida en las ciudades sin un incremento salarial significativo.
La disminución de la población estudiantil ha llevado al cierre de numerosas escuelas en Japón. Durante medio siglo, el número de estudiantes matriculados en las escuelas primarias se ha reducido a la mitad, lo que ha provocado el cierre de aproximadamente 450 escuelas al año.
Muchas de las escuelas restantes, alrededor del 74%, están buscando otros usos más allá de la educación, convirtiéndose en centros comunitarios, piscinas municipales, albergues, museos, acuarios e incluso fábricas de sake.
Ante este panorama, el gobierno japonés ha implementado el proyecto “Escuelas cerradas para todos” para aprovechar la infraestructura existente en lugar de construir nuevas instalaciones.
El Ministerio de Educación proporciona información sobre las instalaciones escolares cerradas para que los municipios y las empresas evalúen posibles usos alternativos.
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